lunes, 3 de mayo de 2010

LA TABLILLA Y LOS TABLOIDES


La tablilla se utiliza en las plazas de toros para anunciar los datos del toro que se va a lidiar y en ella suelen aparecer el nombre del astado, su peso, la ganadería a la que pertenece, el año de nacimiento, el color de la divisa e incluso el hierro que lucen en la paletilla y en algunas ocasiones hasta el nombre del matador que los va a lidiar. El público en general tan sólo se suele fijar en el peso del burel, a mayor peso en la tablilla, mayor expectación a la salida por toriles. Los más aficionados observarán los demás datos, comprobando que estos coincidan con la hoja oficial que reparte la empresa a la entrada a los tendidos.

Si ayer 2 de mayo en la corrida Goyesca celebrada en las Ventas hubiesen sacado en la tablilla anunciadora el número de embestidas que tenían guardadas cada uno de los dos toros que le "tocaron en suerte" al torero Diego Urdiales, el público y el aficionado hubiesen comprobado que el torero riojano, se las había arrebatado todas y cada una de ellas.
Todos los toros son capaces de embestir una, dos o venticinco veces en una faena, la diferencia entre aprovechar y desaprovechar dichas embestidas se encuentra en la colocación del torero a la hora de citar al toro. Ayer Diego Urdiales volvió a demostrar cuales son los terrenos que hay que pisar para hacer embestir a un toro y ganarse el respeto de una afición. Seguro que al público en general esos detalles les pasan algo desapercibidos y se quedan con los circulares eternos de cualquier figura de turno con un toro de carretón y de embestida dulce y torera, pero a cualquiera que se siente en un tendido y tenga un poco de sensibilidad no le puede pasar desapercibida la pureza y entrega de un torero que sin cortar ni una sola oreja en sus tres primeros e importantes compromisos de la temporada, Sevilla, Zaragoza y Madrid, ha dado una dimensión de torero grande como asi lo cuentan los tabloides nacionales.

Zabala de la Serna en el diario El Mundo titula su crónica "EL SITIO DE URDIALES, LA INJUSTICIA DE AGUILAR" y la comienza del siguiente modo:

Hay un sitio donde embisten más los toros. Pero a ese sitio cuesta un mundo llegar; respirar ahí con la cabeza fría y el corazón ardiendo; ofrecer el pecho y la femoral y encima decir el toreo conforme a los cánones. Diego Urdiales es ahora mismo dueño de ese espacio vital. Urdiales estuvo por encima de la mala suerte y las complicaciones de un toro cuesta arriba, acarnerado y feo, de Carmen Segovia, cazador por el pitón derecho. Y si por la mano izquierda no lo pareció tanto se debió a la sazón del torero, perfecto de colocación, clásico de expresión.

Patricia Navarro en La Razón describe así la actuación del arnedano:

Diego Urdiales ratificó la dimensión de torero serio y capaz aunque le vengan mal dadas. El segundo de la tarde le puso las cosas cuesta arriba nada más comenzar. Se había desplazado el toro, sólo que al primer muletazo por el derecho ya le impuso su camino: cogerlo. Vía directa. Con la seguridad de a quien el valor le viene de serie se puso al natural. Cruzado, no, cruzadísimo, buscando esa línea imposible que hace crujir por dentro los cánones del toreo. Se los pegó como quiso, solvente, encajado y sin la menor intención de rectificar. El toro acudió sin entrega, defendiendo por arriba lo que no sabía hacer por abajo, pero con la virtud de desplazarse. Y la faena no era de olés rotundos, sino de torero hecho y cuajado, que había porfiado sin aspavientos y sin esconderse.

Intentaba pegarse un arrimón de órdago con el quinto cuando el toro se echó, falto de estímulos, de embestir ni hablamos. Desplomado, en las antípodas del toro bravo, nos aburrió, harto de sí mismo.


Pero todos, en esta vida no tienen por qué estar de acuerdo, Antonio Lorca cronista del diario El Pais lo vio de un modo diferente:

Algo parecido le ocurrió a Diego Urdiales, referente de torero honesto que lo da todo frente al toro, pero estuvo muy pesado en un desmedido afán por agradar. Tanto, que el quinto, aburrido, se echó hasta dos veces antes de que montara la espada. Se gustó en una tanda de naturales ante el tercero y se acabó.

¿Lo hubiese narrado de igual modo el gran Joaquín Vidal? Lo dudo, Don Joaquín entendía de toros y además tenía sensibilidad.

Por último Andrés Amorós cita lo siguiente en ABC:

El segundo, de Segovia, es un reservón con fuerza que derriba dos veces al caballo. Como sufre dos coladas por la derecha, casi toda la faena de Urdiales es al natural, con pases estimables; al final, le aplauden cuando se cruza al pitón contrario. El toro se amorcilla, después de la estocada, y se diluye el éxito. El quinto, de Mayalde, le deja estar a gusto pero se acaba pronto y se echa... Queda intacto aquí su crédito como diestro valeroso.

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