
Julian López El Juli tiene debajo de la montera una de las cabezas más privilegiadas que haya dado la tauromaquia moderna. Posee un conocimiento casi milimétrico de los terrenos y las distancias, de las querencias y contraquerencias y es capaz de poner la muleta en el sitio exacto en donde el toro va a embestir. Siempre he admirado a los toreros con técnica y el Juli la tiene y mucha pero casi nunca me ha llegado a emocionar esa cualidad en un torero porque cuando la técnica se utiliza con el fin único de arrebatar orejas a tu oponente, se está faltando a la ética del toreo.
Ayer Julián López derrochó técnica y conocimiento a raudales, pero le volvió a faltar esa emoción que supone el torear en redondo, embarcando la embestida en cada muletazo y no en circular haciendo girar al toro alrededor tuya cual tiovivo de feria. Al natural me gusta más el Juli ya que parece desprenderse de ese virtuosismo académico y estar más a merced de las intenciones del burel. Tuvo detalles de torería en unos molinetes con la izquierda y en unos cambios de mano preciosistas aunque abusivos en su número, que dejan abierta una puerta a la esperanza de que Julián se vuelva a reinventar en si mismo y acabe convirtiéndose en un torero completo capaz de enloquecer a las masas y emocionar a los aficionados. La puerta del Príncipe si al él y a su entorno les sirve pues todos contentos, pero yo sigo esperando un Juli que me emocione aunque para ello se tenga que despojar de parte de su técnica.
Enrique Ponce escuchó pitos en Sevilla, su técnica le sirvió para no atacar a ninguno de sus oponentes y para no ponerse en el sitio en ningún momento y cuando no atacas pues ya sabes lo que te espera, el empate a cero como le gusta a Mourinho.
Cayetano, ni tiene técnica, ni se espera que la vaya a adquirir a no ser que un día su apoderado Curro Vázquez le haga una transfusión de torería en vena. Ayer mientras los pies de Cayetano estaban en la Maestranza, su muleta andaba por triana y asi es muy difícil que los muletazos lleguen al público, ni siquiera al de Sevilla, que por fin vio salir ese toro que le gusta, bajito, bien hecho, tocadito por delante, con el peso justo, alegre, colaborador, en definitva sin trapío.
Se esperan lluvias para la semana de farolillos en Sevilla, de momento ayer ya calló un pequeño chaparrón, pero de orejas, con los mismos argumentos con los que le fue otorgada la del sexto a El Juli se la podían haber dado a Salvador Cortés con el Victorino que cerró plaza anteayer. Pero como dice el dicho, la lluvia en Sevilla es pura maravilla, sobre todo para algunos.
Ayer Julián López derrochó técnica y conocimiento a raudales, pero le volvió a faltar esa emoción que supone el torear en redondo, embarcando la embestida en cada muletazo y no en circular haciendo girar al toro alrededor tuya cual tiovivo de feria. Al natural me gusta más el Juli ya que parece desprenderse de ese virtuosismo académico y estar más a merced de las intenciones del burel. Tuvo detalles de torería en unos molinetes con la izquierda y en unos cambios de mano preciosistas aunque abusivos en su número, que dejan abierta una puerta a la esperanza de que Julián se vuelva a reinventar en si mismo y acabe convirtiéndose en un torero completo capaz de enloquecer a las masas y emocionar a los aficionados. La puerta del Príncipe si al él y a su entorno les sirve pues todos contentos, pero yo sigo esperando un Juli que me emocione aunque para ello se tenga que despojar de parte de su técnica.
Enrique Ponce escuchó pitos en Sevilla, su técnica le sirvió para no atacar a ninguno de sus oponentes y para no ponerse en el sitio en ningún momento y cuando no atacas pues ya sabes lo que te espera, el empate a cero como le gusta a Mourinho.
Cayetano, ni tiene técnica, ni se espera que la vaya a adquirir a no ser que un día su apoderado Curro Vázquez le haga una transfusión de torería en vena. Ayer mientras los pies de Cayetano estaban en la Maestranza, su muleta andaba por triana y asi es muy difícil que los muletazos lleguen al público, ni siquiera al de Sevilla, que por fin vio salir ese toro que le gusta, bajito, bien hecho, tocadito por delante, con el peso justo, alegre, colaborador, en definitva sin trapío.
Se esperan lluvias para la semana de farolillos en Sevilla, de momento ayer ya calló un pequeño chaparrón, pero de orejas, con los mismos argumentos con los que le fue otorgada la del sexto a El Juli se la podían haber dado a Salvador Cortés con el Victorino que cerró plaza anteayer. Pero como dice el dicho, la lluvia en Sevilla es pura maravilla, sobre todo para algunos.