TOREAR ES UNA NECESIDAD Y VIVIR ES UNA CIRCUNSTANCIA

No he podido comunicarme con un toro literalmente, si he podido comunicarme con muchos toros a través de un sentimiento que me parece que nos une a los toreros y a los toros, como ocurre también con el público en una sinergia que se sucede cuando hay una faena, que es precisamente lo que el torero es para mí. Es un acto del espíritu. Yo no se y en esto no quiero yo meterme en honduras, si se puede decir que el toro bravo tenga espíritu, estoy convencido de que los hombres lo tenemos y a mí me llama la atención profundamente porque fue una de las cosas que más me llamaron la atención en mi carrera, el poder establecer comunicación con el toro bravo. Una comunicación que tenía un origen sensual, que nacía, desde luego, de la sudoración de las manos, de las palpitaciones del corazón, del miedo que produce verdaderamente ponerse delante de un toro, no solamente por el hecho de tratar de sobresalir o de tratar de figurar, sino por el ejercicio honesto de ponerse delante de un animal que puede cargar con su cuello el doble de su peso y que uno ante él es nada.

¿Qué es entoces para mí el toreo? ¿Qué fue para mí o ha sido para mí siempre el toreo? Desde luego un acto, una acción del espíritu y desde luego una vocación, una vocación para la cual uno ha sido llamado, no la escoge uno, uno es escogido para ello. Me atrevo a hablar con esta certeza poque muchísimas veces yo me pregunté a mí mismo por qué quería yo segir toreando, como me lo preguntaba mucha gente, incluso mi papá, mi familia y me decían: "David ya van once, ya van diez, doce cirujías en tus rodillas". Los médicos me decían: "te han reconstruído los ligamentos, ya no vas a poder caminar bien, cómo se te ocurre pensar que vas a volver a torear". Pues tendrán que cortarme la pierna, pero yo voy a volver a torear, porque para mí torear es una necesidad y vivir es una circunstancia, o sea, mientras yo esté vivo, yo tengo que seguir toreando.

David Silveti. El Rey David.