Mi amigo dice que lo deja. Que tira la toalla. Que ya no va a seguir intentando escribir y que se va a dedicar a lo que, según él, mejor hace en esta vida, cuidar de su madre, su mujer y sus dos hijas. Se retira del mundo ficticio del escritor aficionado, el que tantos disgustos le da, cuando se hace público el fallo del jurado de ésos concursos literarios en los que con tanta ilusión participa y tanta desilusión le causan.
Dice que no puede competir contra gente mucho más capacitada para la escritura que él.
Pero quizá, ése sea el principal error de sus frustraciones. Para mí, no es necesario competir, ni que te lean cientos de personas para disfrutar con la escritura, el primer y principal receptor de un texto, debe ser el propio autor, se debe escribir para uno mismo y degustar tus palabras sobre el folio como se saborea una copa de buen vino o como se disfruta de una mujer y unas hijas.
Es difícil escribir bien, lo reconozco, y conozco a muy poca gente que lo hace, pero también es difícil hacer una declaración de la renta, cuadrar un balance o superar escollos en la vida, día si, día también.
Las ideas, surgen en la cabeza, se filtran por el alma y vuelven a la cabeza en forma de palabras, sólo hay que buscar ésas palabras y unirlas entre sí con un poco de sentido y un mucho de sentimiento. Las palabras están todas inventadas.
Estoy seguro que pasarán las angustias literarias de mi amigo y su corazón de narrador de sueños imposibles volverá a latir al mismo son que sus ideas, para las cuales existen ésas palabras que no encuentra en éstos momentos pero que con paciencia y sabiduría logrará encontrar, como el pastorcillo del “Alquimista” encontró su tesoro.
Tiene mucha suerte ese amigo tuyo del que hablas, de tener amigos como tú, ya que esto que has escrito levanta la moral a cualquiera. Espero que ese amigo del que hablas recapacite y siga intentándolo. Enhorabuena por este precioso blog.
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