Problemas virales, no míos sino de mi equipo informático, me han imposibilitado durante la última semana, el contacto con el "mundo exterior". Ha sido algo así como la semana de Kammamuri, estar una semana sin poder contar con la compañía de tu ordedor, se asemeja a permanecer enterrado bajo tierra como el derviche de la novela de Bernardo Sánchez. También tiene cosas positivas si se saben encontrar, a mi por ejemplo me ha dado por enfundarme mi ropa deportiva e irme a correr por la ribera del Iregua a temperaturas bajo cero, por intentar acabar de leer las aventuras de Kammamuri o por dar el primer paso para alcanzar uno de los sueños de mi vida, aprender a tocar la guitarra. Tras un infructuoso primer intento, que acabó con dos guitarras en casa, un montón de partituras que ni entendía ni quería entender y mis sueños hechos trizas, el martes pasado me puse en las manos de un veterano guitarrista flamenco afincado en Logroño, Aurelio Álvarez, que no me prometió ningun tipo de quimera pero al que yo si que prometí trabajo e ilusión. De momento he puesto en orden mis ideas, quiero aprender a tocar la guitarra, y lo que más me gusta es el flamenco. Cuando acudía a mis antigüas clases de guitarra en las que me hacían ensallar notas de los Cramberries, de los Eagles o de los ACDC, me sentía como esos hombres que nacen con el cuerpo y la mente de mujer o esas mujeres que nacen con el cuerpo y la mente de hombres. Suerte que yo no he tenido que pasar por el trance de ninguna operación ni de extresantes sesiones psicológicas y con una simple llamada a Don Aurelio creo que se ha solucionado mi "problema", de momento.
Todavía no he recuperado la patria potestad de mi ordenador ya que estas letras las escribo de prestado desde el de mi hermana, pero cuando pueda hacer uso del mío propio, os contaré más historias sobre sueños imposibles que acaban por hacerse realidad o de la realidad de los "Jueves Flamencos" que comenzaron, como no, el pasado jueves 14 de enero con la actuación de la cantaora catalana Maite Martín.
El probre kammamuri tiene que estar más que harto de tu larga semana (sobre todo si sigue bajo tierra).
ResponderEliminarVirus?, dónde navegas?
Me sorprendio la historia del Kammamuri este, especialmente porque es un mote que ya conociamos en Arnedo y mira tu por donde va el Bernardo y nos cuenta la historia y de donde viene ese extraño apelativo que oiamos cuando niños. Animo Flamencolega y que no te toquen los virus las p y sobre todo los que navegan en mares infinitos.....
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