miércoles, 19 de septiembre de 2012
RESUMEN DE LOS TRES PRIMEROS FESTEJOS DE LOGROÑO.
La cubierta de La Ribera abría sus puertas para celebrar su tercer acontecimiento taurino del año el pasado domingo 16 de septiembre, antes sus propietarios la abrieron para presentar los carteles de la feria y hace apenas dos semanas para que Diego Urdiales diese una clase práctica a niños y mayores. Los 357 días restantes del año, el más absoluto abandono por parte de la empresa Chopera a los aficionados tanto dentro como fuera del coso.
Volvió Urdiales a la Ribera el domingo para dar otra clase magistral como la de hace dos semanas, pero en esta ocasión ante dos Victorinos astifinos de distinta condición, su primero tuvo calidad por el izquierdo aunque le faltó la fuerza y la pujanza para perseguir los engaños del riojano que lo cuajó al natural, llevándolo embebido en los vuelos de su pañosa con el pulso y el temple necesarios para que el defecto de la poca fuerza se convirtiese en virtud. Su segundo desarrolló clase y bondad aunque no regalaba embestidas, Diego Urdiales brindó a su banderillero y amigo El Víctor que fue prendido al sacar al toro del caballo y llevado a la enfermería con una grave cornada de la que se recupera en el hospital, dejó la montera sobre el burladero y sin probaturas se puso a torear; la muleta por delante, planchada, la media distancia, las zapatillas asentadas en la arena, el mentón hundido en el pecho y los pitones del Victorino pasando al ras de sus alamares. Torear Diego torear, gobernar; parar, templar, mandar y cargar la suerte, de arriba a abajo y de afuera a dentro. Si fue Domingo Ortrega quién acuñó los cánones del toreo moderno, Diego Urdiales se ha convertido en su mayor valedor añadiendo a su legado la profundidad y la torería. La estocada en todo lo alto, entrando recto y el toro patas arriba. Dos orejas y primera puerta grande.
Antonio Ferrera pudo acompañar al de Arnedo si hubiese sabido aprovechar el pitón izquierdo del cuarto Victorino, que barría con el hocico el ruedo logroñés, pero Ferrera, despegado e incapaz, perdió el envite y la oportunidad.
Luis Bolívar sorteó un lote dispar, su primero complicado fue complicado aunque no imposible y su segundo se dejó por el derecho, pero el colombiano fue incapaz de emocionar a los asistentes con un toreo insulso en el que primaron los muletazos de abajo a arriba y los espacios entre toro y torero.
Al día siguiente volvía Urdiales a La Ribera para enfrentarse a un encierro de Alcurrucén, de impecable presentación, del que destacaron los dos primeros toros, el primero de Urdiales con emoción y recorrido aunque le faltó entrega a la hora de humillar y el primero de Luque noble y con clase. Ambos aprovecharon el material que tenían delante aunque de distinta manera, Urdiales lo desorejó a base de torear y Luque a base de darle pases, para el más profano ambas cosas pueden parecer misma cosa, pero a la vista salta la diferencia. Urdiales hizo que las embestidas del de los Lozano, perdiesen velocidad al pasar por su muleta en series en redondo ligadas y mandonas rematadas con ceñimiento con el de pecho y rubricadas con una estocada en todo lo alto de efectos fulminantes y a Luque le dieron las orejas después de torearlo a su aire con la "emoción" que puede dar el no dejar parar al toro hasta el pase de pecho final, adornos filigranas y toreo cupular, que es como se podría denominar a todo el repertorio de pases que "rozan" la cúpula de la cubierta de la ribera. Salieron los dos a hombros en la que supuso la segunda salida consecutiva para Urdiales.
En ése mismo festejo Pablo Hermoso de Mendoza cortó una y una, estando soberbio y grande en su primero, ante un público que antes le adoraba y admiraba y ahora parece que pasan de él y no saben valorar sus actuaciones.
En la tercera de abono, se anunciaban Cuvillos para El Juli, Talavante y Jiménez Fortes.
Fue tarde de frustraciones, la primera al ver la ruinosa presentación de los toros que la Casa Chopera adquirió para Logroño, la segunda el desamparo en la que nos encontramos por parte de la autoridad que no tuvo la vergüenza a las doce de la mañana de mandar el encierro completo de vuelta a su casa para que don Álvaro Núñez lo pueda lidiar en la próxima feria de Alcanadre por ejemplo, la tercera con el público que "abarrotaba" algo más de media plaza, que no protestó ni uno sólo de los animalillos que salían por chiqueros y la cuarta frustración Juli y Fortes incluidos, el toreo vertiginoso de Alejandro Talavante al que le
tocó en suerte el único Cuvillo con calidad, docilidad y pelín de casta de toda la tarde, con el que "toreó" despegado y veloz, en varias series en las que el Cuvillito seguía una muleta que dibujaba redondos periféricos en los que el torero aprovechaba viajes y embestidas para destorear por Arrucinas, péndulos, cambiados y demás recortes muleta en mano similares a los que por la mañana realizan los chicos de Ruedo Arte. Mató de manera contundente y paseó dos orejas que para los aficionados frustrados de la Ribera suponen un auténtico sacrilegio al arte de torear.
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