Me hubiera gustado ir a Ciudad Rodrigo como tenía intención y presenciar la final del Bolsín , pero después de desayunar en Plasencia donde pasamos un sábado fabuloso en la finca de Encina Hermosa con don Mariano Cifuentes y sus Coquillas, mi socio en quimeras alcanzables I.J. Del Pino, El Monosabio, me convenció para cambiar la hoja de ruta y pasar de ver el estado de la flor de los cerezos del Gertre y las evoluciones de los novilleros sin caballos en el certamen Mirobrigense a desplazarnos hasta el Palacio Vista Alegre del madrileño barrio de Carabanchel y presenciar la última corrida de la Feria de Invierno con Juán Mora, Morante de la Puebla y M.J. El Cid.
Me hubiera gustado que al llegar al medio día a las taquillas por una entrada a ras de cielo no me hubieran quitado 40 euros, pero bueno una vez allí había que hacer el esfuerzo.
Me hubiera gustado que el rastro madrileño tuviese el sabor añejo que yo recordaba, en donde podías encontrar lo impensable, pero parece ser que el rastro se ha convertido en un mercadillo dominguero similar al de cualquier ciudad de provincias.
Me hubiera gustado que la crisis que galopa por España hubiese dejado alguna mesa vacía en alguna terraza al sol de la Plaza de Santa Ana o de la Latina para tomar un par de cervecitas con su tapa correspondiente, pero nada, todo a reventar, como mi socio y yo al salir de una conocida tasca donde nos embocamos varias raciones de callos, rabo de toro y demás delicias dietéticas.
Me hubiera gustado echarme una siestecita después del atracón, pero la hora se echaba encima y cambiamos el encuentro con Morfeo por un pelotazo de Wiski en la nueva Chata.
Me hubiera gustado que el equipo gubernativo encabezado por el presidente de la corrida hubiese hecho su trabajo por la mañana y nos hubiese ahorrado el bochorno de ver salir por los chiqueros de Vista Alegre tan impresentables animales. Cierto que no es la plaza de las Ventas, pero aunque sólo fuése por la proximidad, se debería de tener la decencia de presentar mejor las corridas y dar a esta plaza la categoría que se merece, aunque sea de segunda, pero en las plazas de segunda también puede salir el toro íntegro y con presencia.
Me hubiera gustado que el segundo toro de Morante de nombre "Asesino" hubiese tenido la mínima presencia, como para que a nadie se le ocurriese restarle un ápice de lo que Morante esculpió ayer en Vista Alegre. Esos naturales eternos, con los vuelos rozando la arena, rematados detrás de la cadera con el mentón hundido en el pecho y con la torería rebosante por los poros del alma. Cada remate de las series Morante se reencarnaba en Pepe Hillo, en Romero, en Pepín Martín Vázquez, fallecido por la mañana, Morante se enroscaba el toro cual derviche y hacía volar su muleta hacia una catarsis colectiva rematada por adornos y trincherazos con aromas de azahar.
Me hiera gustado que Manuel Jesús "El Cid" en su eterna resurección, hubiese apostado por darle a su segundo toro la misma distancia por el pitón izquierdo que por el derecho por el que tenía una embestida franca, pero el de Salteras optó por no porfiar y quedarse con el rédito fácil que era el de los derechazos. Hizo bien Manuel Jesus en no pasear el anillo con las dos orejas que le concedió un palco a la deriva aunque después abandonase la plaza a hombros junto a Morante, la foto es la foto.
Me hubiera gustado que Juán Mora no hubiese tenido que atravesar desiertos de olvido y desamparo para ocupar el lugar que le corresponde, ayer volvió a demostrar su honestidad torera pidiendo el sobrero, que antirreglamentariamente le fue concedido por un palco festivalero, y pegándose un arrimón a cara perro para arrancar una oreja y no irse de vacío de Carabanchel.
Me hubiera gustado una vez terminado el festejo montarme en uno de esos Aves que viajan al Sur, con los cientos de Morantistas regresando a su Sevilla tocando palmas por bulerías, pero me tuve que subir de nuevo al coche de Isidro y volver al destierro del frío y la nieve del Norte que le dejan a uno el cuerpo y el alma encogida aunque el corazón continúe latiendo al son arrebatado del arte de Morante.
Me hubiera gustado que al llegar al medio día a las taquillas por una entrada a ras de cielo no me hubieran quitado 40 euros, pero bueno una vez allí había que hacer el esfuerzo.
Me hubiera gustado que el rastro madrileño tuviese el sabor añejo que yo recordaba, en donde podías encontrar lo impensable, pero parece ser que el rastro se ha convertido en un mercadillo dominguero similar al de cualquier ciudad de provincias.
Me hubiera gustado que la crisis que galopa por España hubiese dejado alguna mesa vacía en alguna terraza al sol de la Plaza de Santa Ana o de la Latina para tomar un par de cervecitas con su tapa correspondiente, pero nada, todo a reventar, como mi socio y yo al salir de una conocida tasca donde nos embocamos varias raciones de callos, rabo de toro y demás delicias dietéticas.
Me hubiera gustado echarme una siestecita después del atracón, pero la hora se echaba encima y cambiamos el encuentro con Morfeo por un pelotazo de Wiski en la nueva Chata.
Me hubiera gustado que el equipo gubernativo encabezado por el presidente de la corrida hubiese hecho su trabajo por la mañana y nos hubiese ahorrado el bochorno de ver salir por los chiqueros de Vista Alegre tan impresentables animales. Cierto que no es la plaza de las Ventas, pero aunque sólo fuése por la proximidad, se debería de tener la decencia de presentar mejor las corridas y dar a esta plaza la categoría que se merece, aunque sea de segunda, pero en las plazas de segunda también puede salir el toro íntegro y con presencia.
Me hubiera gustado que el segundo toro de Morante de nombre "Asesino" hubiese tenido la mínima presencia, como para que a nadie se le ocurriese restarle un ápice de lo que Morante esculpió ayer en Vista Alegre. Esos naturales eternos, con los vuelos rozando la arena, rematados detrás de la cadera con el mentón hundido en el pecho y con la torería rebosante por los poros del alma. Cada remate de las series Morante se reencarnaba en Pepe Hillo, en Romero, en Pepín Martín Vázquez, fallecido por la mañana, Morante se enroscaba el toro cual derviche y hacía volar su muleta hacia una catarsis colectiva rematada por adornos y trincherazos con aromas de azahar.
Me hiera gustado que Manuel Jesús "El Cid" en su eterna resurección, hubiese apostado por darle a su segundo toro la misma distancia por el pitón izquierdo que por el derecho por el que tenía una embestida franca, pero el de Salteras optó por no porfiar y quedarse con el rédito fácil que era el de los derechazos. Hizo bien Manuel Jesus en no pasear el anillo con las dos orejas que le concedió un palco a la deriva aunque después abandonase la plaza a hombros junto a Morante, la foto es la foto.
Me hubiera gustado que Juán Mora no hubiese tenido que atravesar desiertos de olvido y desamparo para ocupar el lugar que le corresponde, ayer volvió a demostrar su honestidad torera pidiendo el sobrero, que antirreglamentariamente le fue concedido por un palco festivalero, y pegándose un arrimón a cara perro para arrancar una oreja y no irse de vacío de Carabanchel.
Me hubiera gustado una vez terminado el festejo montarme en uno de esos Aves que viajan al Sur, con los cientos de Morantistas regresando a su Sevilla tocando palmas por bulerías, pero me tuve que subir de nuevo al coche de Isidro y volver al destierro del frío y la nieve del Norte que le dejan a uno el cuerpo y el alma encogida aunque el corazón continúe latiendo al son arrebatado del arte de Morante.
Buena foto Luis, buena foto.
ResponderEliminarGracias a Dios Pepe luís no se ha ido, el que se ha ido sin medalla es Pepín, que ya estará toreando en otros sitios...
ResponderEliminarGracias por corregir mi absurda errata Fabad.
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