San Isidro, 1ª de feria. 1ª en la frente.
Cuando el toro se llama "Felipe", es el título del primer libro que escribió el gran y genial guionista logroñés Rafael Azcona allá por 1954 y narra la descorazonadora historia del toro Felipe, toro de raza holandesa, nacido en un valle santanderino y que desde chico mostró querencia a embestir, cosa que mosqueó al padre toro que sospechando la traición de la madre con algún toro bravo, se marchó avergonzado a Galicia.
Felipe era un toro manso, como su madre, pero en su interior se sentía bravo y siguiendo el Ebro desde Santander llegó hasta tierras navarras donde habitaban toros bravos.
Ayer llegaron a las Ventas seis "Felipes" con presencia de toros pero con alma de bueyes, quizás sus santas madres cometieron adulterio carnal en alguna romería de la zona, pero lo cierto es que si ayer les llegan a dejar abierta la puerta de toriles por la que hacían su entrada estelar en el ruedo venteño, los de "El Cortijillo", emulando al toro azconiano, hubiesen tomado la M-30 sin parar hasta Galicia para reencontrarse con la memoria del doblemente cornudo y ultrajado padre no biológico de "Felipe".
Ante estos engendros de la fábrica Alcurrucen, tres toreros, Miguel Abellán, comprometido y en espera de una Gloria con la que un día no muy lejano estuvo conviviendo, Leandro, fino estilista que deberá apretar machos y terrenos para remontar una complicada temporada y Antonio Nazaré que confirmaba alternativa y que si también quiere confirmar condiciones tendrá que apurar algunos defectos como la colocación y la pierna de salida retrasada.
Primera de feria y primera decepción, como dice mi buen amigo Gonzalo Ortigosa, "mientras dentro, en la plaza, se oficia el funeral del toreo; fuera, en una carpa, se celebra el "rito del toreo".
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