Existe en Arnedo una especie de maleficio por el cual los novilleros que actúan en su feria tras haber ganado con anterioridad el Zapato de Oro, nunca llegan a triunfar. Tal circunstancia se viene dando a lo largo de sus treinta y ocho ediciones sin que ningún aspirante haya logrado ni siquiera un ligero triunfo que refrendase lo que un día hizo que la afición de Arnedo le premiase con tan preciado galardón. Pero ayer Alberto López Simón demostró que le tiene cogida la medida al nuevo Arnedo Arena. El pasado año hizo historia, siendo el primer novillero en conseguir el Zapato de Plata y el de Oro en una misma temporada. Y este año, en el que se le aprecia al novillero con más oficio, de nuevo quiere romper las estadísticas ya que ayer cortó dos orejas a un buen novillo de Pedraza de Yeltes al que también se le premió con la vuelta al ruedo y se coloca junto a Conchi Ríos como candidato a calzarse el par.
A mí personalmente me parecieron excesivos ambos trofeos, tanto a novillo como a novillero. López Simón volvió a ejecutar la faena tipo con la que conquistó anteriores Zapatos. Comienzo en el centro del anillo con pases cambiados, muy tieso y estirado, luego derechazos con gusto aprovechando el viaje del novillo, sin tirar demasiado de él y a media altura. Algún rodillazo entre serie y serie y algún remate sacándose al toro por la espalda que puso el ¡ay! en los tendidos. Pasó a la mano izquierda y los muletazos brotaron con más naturalidad y más hondura, terminó la faena con un abanico de recursos, circulares, espaldinas y demás adornos que hicieron estallar los tendidos de sol por donde transcurrió la faena del segoviano. Intentó matar recibiendo cobrando un metisaca, volvió a entrar, esta vez al volapié dejando una estocada entera. El público pidió las orejas y la presidencia se las otorgó, así como la vuelta al ruedo al de Pedraza. Primeramente había pasaportado Simón un novillo de escasa fuerza pero de gran presencia al que recibió con media docena de redondos ambas rodillas en tierra. Ya de pie no fue capaz de someter al animal en las primeras series hasta tal punto que el novillo se lo echó a los lomos en un remate por el izquierdo. Destacó en una serie por el derecho, al natural quedó inédito, en la que fue capaz de meter al novillo en la muleta y a partir de ahí el astado empezó a protestar y a cortar el viaje. Mató de media y estocada entera.
No otorgó la presidencia trofeo alguno a Sergio Flores por su labor en el que abría plaza, un novillo enorme de hechuras con el que el mexicano se gustó a la verónica. Quitó por chicuelinas ajustadas. El novillo resultó todo fachada, muy noble pero con escasa fuerza para mover su esqueleto. Flores lo templó a media altura en series limpias y bien rematadas. Mató de estocada eficaz pero pescuecera, parte del público pidió el trofeo pero el palco se lo denegó. Su segundo también flojo de los cuartos traseros, embistió con codicia en las primeras series, hubo una buena por el derecho, dejando siempre puesta la pañosa, pero el toro empezó a buscar las querencias de tablas y Flores no fue capaz de sujetarlo en los medios.
Luis Gerpe ilusionó al respetable en un inicio de faena a su primero con unos ayudados por bajo muy toreros, pero después no supo cogerle la distancia ni el temple al de Pedraza. Con el que cerraba plaza volvió a evidenciar las mismas carencias que en el anterior y su paso por Arnedo quedó silenciado.
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