Dicen que un torero comienza a tomar conciencia de ser humano, una vez que abandona la práctica de su profesión. Hasta ese momento vive en un universo de egos, de sobervias, de miedos, de envidias, de arrogancias.... No los critico por ello, son ellos y sólo ellos los que duermen con la sombra de la muerte a sus espaldas cada noche, pendientes de una cita importante en la que jugarse su porvenir, su honor, su prestigio o su temporada.
Un torero pasa de ser un niño a convertirse en un hombre en el mismo instante en el que se enfunda un vestido de torear por primera vez. Su juventud se le esfuma entre escuelas taurinas, becerradas, tentaderos, entrenamientos, novilladas y viajes. Los apoderados habitualmente dejan claras las normas de conducta: hay que vivir en torero, andar en torero, hablar en torero, pensar en torero y hasta vestirse en torero las 24 horas del día.
Hay algunos que lo consiguen y llegan a ser toreros, hay otros que incluso llegan a ser figuras y hay otros que se quedan por el camino abandonados como se abandona unos zapatos viejos, sin juventud a la que agarrarse porque ya se les ha escapado y sin un proyecto de ser humano a la vista, ellos o a saber quién, querían ser toreros y ahora se dan cuenta de que eso por lo que tantos sacrificios habían hecho es una quimera inalcanzable y la mayorían caen sumidos en una profunda depresión de por vida.
Pero también hay casos que el torero toma conciencia de ser humano antes de abandonar su profesión, es más, en este caso mucho antes de que llegase a ser su profesión ya que en esa etapa de su trayectoria todavía andaba el niño sin picadores.
Rodrigo Rincón con 11 años ya quería ser torero, Enrique Matute, un aficionado de El Espinar
se fijó en sus cualidades y lo lleva a Duruelo, un pequeño pueblecito de Segovia, donde "El Cuchareta" empieza a enseñarle el arte de la tauromaquia durante los fines de semana.
Pero su verdadero rodaje se inicia en la Escuela Taurina de El Espinar cuando Antonio Sánchez Puerto se hace cargo de un grupo de muchachos y los introduce en el complejo mundo del toreo, el cual compagina con sus estudios.
Debuta de corto en la plaza de su pueblo con sólo 12 años y al año siguiente en el mismo escenario corta dos orjas y rabo en su primera comparecencia vestido de luces.
En el año 1997 comienza su andadura como novillero sin picadores logrando importantes éxitos en las plazas de su provincia y limítrofes, especialmente en León, habiendo quedado este mismo año finalista del bolsín de Ciudad rodrigo.
La temporada de 1999 era crucial para la carrera de Rodrigo, apoyado por un grupo de aficionados con muchos y buenos contactos, tenía confeccionada una temporada con más de 50 festejos sin picar en plazas importantes como Málaga, Arles, Iscar, Dax, Bayona, Tudela, Nájera, San Adrián... y en el 2000 el debut con picadores.
Yo no tuve la suerte de velo torear, pero me cuentan que su estilo era clásico, de la escuela castellana, hondo, sincero y pleno de sentimiento e inspiración. Las expectativas eran muy altas con el torero, lo tenía todo para llegar a lo más alto y estoy seguro que lo hubiese logrado, pero un buen día el torero dijo basta, cogió a los que tanto le habían ayudado hasta ese momento y les contó que él era un ser humano, que él quería seguir siendo un chaval de pueblo, que su cabeza no estaba adaptada para soportar la presión de tener que estar bien tarde si, tarde también , en definitiva, que no era feliz, y lo dejó, se apartó de aquello con lo que tanto había soñado para ser un simple mortal, para continuar con sus estudios, para disfrutar de los fines de semana con sus amigos y para no tener que hablar a escondidas con su novia.
Rodrigo pudo haber sido un torero fracasado, pudo haber sido un torero del montón o pudo haber sido una figura del toreo, pero con su gesto de humanidad lo que consiguió fue el respeto de todos los que en su día lo apoyaron, desde Enrique Matute que lo descubriera hasta Amador que lo acogió como a un hermano pasando por todos los que formaron sociedad para su apoderamiento, un respeto hacia lo que hoy en día es un hombre sin egos, ni sobervias, ni miedos, ni envidias, ni arrogancias, un hombre amigo de sus amigos y agradecido porque Rodrigo Rincón pudo haber sido torero pero hoy es una gran persona y un hombre feliz.
Un torero pasa de ser un niño a convertirse en un hombre en el mismo instante en el que se enfunda un vestido de torear por primera vez. Su juventud se le esfuma entre escuelas taurinas, becerradas, tentaderos, entrenamientos, novilladas y viajes. Los apoderados habitualmente dejan claras las normas de conducta: hay que vivir en torero, andar en torero, hablar en torero, pensar en torero y hasta vestirse en torero las 24 horas del día.
Hay algunos que lo consiguen y llegan a ser toreros, hay otros que incluso llegan a ser figuras y hay otros que se quedan por el camino abandonados como se abandona unos zapatos viejos, sin juventud a la que agarrarse porque ya se les ha escapado y sin un proyecto de ser humano a la vista, ellos o a saber quién, querían ser toreros y ahora se dan cuenta de que eso por lo que tantos sacrificios habían hecho es una quimera inalcanzable y la mayorían caen sumidos en una profunda depresión de por vida.
Pero también hay casos que el torero toma conciencia de ser humano antes de abandonar su profesión, es más, en este caso mucho antes de que llegase a ser su profesión ya que en esa etapa de su trayectoria todavía andaba el niño sin picadores.
Rodrigo Rincón con 11 años ya quería ser torero, Enrique Matute, un aficionado de El Espinar
se fijó en sus cualidades y lo lleva a Duruelo, un pequeño pueblecito de Segovia, donde "El Cuchareta" empieza a enseñarle el arte de la tauromaquia durante los fines de semana.
Pero su verdadero rodaje se inicia en la Escuela Taurina de El Espinar cuando Antonio Sánchez Puerto se hace cargo de un grupo de muchachos y los introduce en el complejo mundo del toreo, el cual compagina con sus estudios.
Debuta de corto en la plaza de su pueblo con sólo 12 años y al año siguiente en el mismo escenario corta dos orjas y rabo en su primera comparecencia vestido de luces.
En el año 1997 comienza su andadura como novillero sin picadores logrando importantes éxitos en las plazas de su provincia y limítrofes, especialmente en León, habiendo quedado este mismo año finalista del bolsín de Ciudad rodrigo.
La temporada de 1999 era crucial para la carrera de Rodrigo, apoyado por un grupo de aficionados con muchos y buenos contactos, tenía confeccionada una temporada con más de 50 festejos sin picar en plazas importantes como Málaga, Arles, Iscar, Dax, Bayona, Tudela, Nájera, San Adrián... y en el 2000 el debut con picadores.
Yo no tuve la suerte de velo torear, pero me cuentan que su estilo era clásico, de la escuela castellana, hondo, sincero y pleno de sentimiento e inspiración. Las expectativas eran muy altas con el torero, lo tenía todo para llegar a lo más alto y estoy seguro que lo hubiese logrado, pero un buen día el torero dijo basta, cogió a los que tanto le habían ayudado hasta ese momento y les contó que él era un ser humano, que él quería seguir siendo un chaval de pueblo, que su cabeza no estaba adaptada para soportar la presión de tener que estar bien tarde si, tarde también , en definitiva, que no era feliz, y lo dejó, se apartó de aquello con lo que tanto había soñado para ser un simple mortal, para continuar con sus estudios, para disfrutar de los fines de semana con sus amigos y para no tener que hablar a escondidas con su novia.
Rodrigo pudo haber sido un torero fracasado, pudo haber sido un torero del montón o pudo haber sido una figura del toreo, pero con su gesto de humanidad lo que consiguió fue el respeto de todos los que en su día lo apoyaron, desde Enrique Matute que lo descubriera hasta Amador que lo acogió como a un hermano pasando por todos los que formaron sociedad para su apoderamiento, un respeto hacia lo que hoy en día es un hombre sin egos, ni sobervias, ni miedos, ni envidias, ni arrogancias, un hombre amigo de sus amigos y agradecido porque Rodrigo Rincón pudo haber sido torero pero hoy es una gran persona y un hombre feliz.
Rodrigo Rincón, el que pudo y no quiso.
Qué bueno maestro. Rodrigo, alias Ramiro, alias José Tomás, se merecía este "revival". Por cierto, no has citado tus fuentes y creo que es de justicia que lo hagas.
ResponderEliminarRodri, si lees esto, nos debes un tentadero a Luis y a mí. Torearemos los tres, porque yo tampoco te he visto y hasta que no lo vea, no creeré tu leyenda.