Las selecciones de España y Portugal juegan un partido amistoso para promover su candidatura para el mundial de fútbol de 2018 y lo hacen en una franja televisiva de máxima audiencia, las 22:00 horas, 21:00 en el país luso, un horario en el que muchos de los futuros jugadores que disputen la fase final y que ahora mismo son niños, se encuentran en la cama o discutiendo con sus padres para que les permitan al menos disfrutar de la primera parte del duelo ibérico. Qué hubiese sido de mi juventud sin no hubiese podido presenciar aquel 12 a 1 a Malta o la cantada de Arconada en la final de la Eurocopa de Francia o el fatídico botellazo a Juanito.
Es una lástima que en los momentos en que más ilusiones desata la Roja, sobre todo en los jóvenes, que a la postre son el futuro, los horarios que se escogen para las retransmisiones sean tan desacordes con los de los sustitutos de Xabi, Iniesta,Villa o Casillas.
Por lo menos no tuvieron que ver el ridículo que hicieron los chicos de Del Bosque ante los vecinos portugueses encajando un deshonroso cuatro a cero y escuchar los olés con que coreaban los aficionados las jugadas de su equipo.
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