DESAVENENCIAS
Javier villán
VERSOS DE ARTE MENOR EN UNA TARDE MENOR
Miente el programa que anuncia
Juli, Castella y Perera
con victorinos.
¡Qué asombro!;
nunca en su vida los vieran.
La corrida no merece
verso malo o prosa buena.
Ni metáfora ni estudio,
sino silencio y cautela.
Silencio por no sé quién,
un cadáver, una ausencia,
un recuerdo, un luto negro,
una ilusión o quimera.
Sol, expectación, calores
y lleno hasta la bandera.
Ya se rompió el paseíllo
y los capotes revuelan
camino del burladero
donde guarecer la espera
del toro y sus aflicciones,
de las palmas y las penas
de los clarines del miedo
de Victorino y las fieras
que fueron antes sus toros
y ahora son dengues y brevas.
Al aire juegan los diestros
que a amigos en la barrera
ofrendan alma y capotes;
Cid, Jiménez y Ferrera
marcan lances, danzan pasos
o se santiguan o rezan.
No sólo las ovaciones
a los diestros interesan:
del palco, equilibrio y juicio,
del usía la sentencia,
que es hoy don Julián Salguero
poco dado a las orejas.
De la música, alegría
y de los toros que celan
en las sombras de chiqueros
su bravura y sus querencias.
¿Qué saldrá por el portón?
¿Alimañas de vil testa
o victorinos de dulce
y embestida clara y lenta?
Salió el primer victorino
bien plantado y sangre espesa.
Le tocan los subalternos,
se abre de capa Ferrera;
pitones escobillados
como todos de esta Feria
prodigio de afeitadores,
milagros de podadera.
Salvo éste, los victorinos
lucieron pitón y perchas,
buen trapío, nula casta;
sólo su historia y pendencias.
Tras un tercio a medios pelos
llega áspero a la muleta.
Irregular con los palos,
clavó por dentro Ferrera
y el toro en su obligación
le atropelló en la barrera.
En el cuarto, una aflicción,
un acoso y una pena.
Y en los palos el torero,
sobrio aguanta, sufre y quiebra.
De escándalo y de desastre
el torero de Salteras
que no es la sombra de antaño
ni su valor ni entereza;
ni lances a la verónica
ni su temple ni su izquierda.
Sale el sobrero, terciado,
y se llama Paqueveas.
Ay Cid, torero tan grande
ay Cid sin pasión ni ideas.
Lo mejor del Cid, el Boni
con los palos y en la brega.
Jiménez, con el mejor,
sin cruzarse y a derechas
templa algunos muletazos,
mas naufraga por la izquierda.
También naufragó en el sexto,
mucha tralla y poca seda.
Pinchó otra vez Victorino
aunque al segundo aplaudieran,
un veleto con trapío
pero sin alma ni fuerzas.
Pinchó otra vez Victorino,
corrida ni mala o buena.
¡Ay Victorino, pendón
de la casta y de la Fiesta!
¿Dónde tu sabiduría,
tan gallarda y tan discreta?
Mal hallan toros tan malos,
cuadrillas tan chapuceras.
Mal hallan los picadores de tendencia navajera
que descuartizan los toros
de la pezuña a la penca,
del rabo a las paletillas:
raza dura y carnicera.
Silencio en la Maestranza,
un silencio por la Fiesta
que va de mal en peor
sin que remedios se vean.
Y aquí termina el romance,
mucho verso y poca tela.
Si algún verso cojo y rima
en este romance vieran,
ruego perdonen la falta;
es cosa de las urgencias.
Crónica escrita hoy por Javier Villán en el diario El Mundo en la sección Desavenencias.
Don Javier Villán dedicando un ejemplar de su último libro de poemas "Aquelarre de Sombras".
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