Dice un amigo mío, amigo de los que aún conociéndote bien sigue siendo amigo tuyo, que dar una opinión sin tenerla es como vender humo. Hay que tener mucho arte para ser capaz de vender un elemento tan volátil y efímero como el humo, pero reconozco que hay gente capaz de hacerlo. Los empresarios de las Ventas sin ir más lejos, gentes capaces de presentar como extraordinarios unos carteles mediocres adornados con las ínfulas aduladoras de quienes se creen en posesión del cetro dictatorial de la tauromaquia.
La feria de San Isidro con sus 24 tardes, no tiene a mi parecer ni un solo cartel rematado, entendiéndose como rematado a que la gente se arremoline en las taquillas en busca de una entrada o sin llegar a tal extremo, un cartel en el que se junten tres toreros y una ganadería que en su conjunto agraden a la totalidad de la afición y le hagan suscitar la ilusión por presenciar dicho espectáculo con la certeza que ocurrirá algo sí o sí. Pero uno, desde la distancia que separa Logroño de Madrid, ve los carteles presentados por Taurodelta-Casas-Matilla y excepto para ver a mi paisano y amigo Diego Urdiales, o por presenciar los comportamientos de los hierros de Escolar, Adolfo Martín y Cuadri, no me desplazaría hasta la capital ni aunque fuese capaz de tele-transportarme con un chasquido de dedos y la verdad que cinco tardes de entre treinta y una de que consta el abono, creo que es muy poco balance para uno que se considera aficionado y que además ejerce su condición como tal.
La Feria del Arte y la Cultura tiene dos alicientes, el principal el regreso de Victorino Martín a las Ventas y el secundario, el cartel de la Beneficencia, que antes se confeccionaba con los triunfadores de la feria y ahora se cierra a principios de año con los que en teoría deberían serlo, pero que a la postre no lo son, este año los agraciados con tal honor serán Morante, Manzanares y Talavante que se enfrentarán a Cuvillos.
Humo y más humo, la primera plaza del mundo y los peores carteles de la historia. Demasiados intereses personales, demasiados puestos prostituídos, puestos que no han sido ganados en la arena con sangre, sudor y lágrimas. Humo envasado al vacío y vendido un 5% más caro que la temporada pasada. Suerte que siempre nos quedarán el arte y la cultura, aunque se empeñen entre unos y otros por acabar con los toros, su arte y su cultura.
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