Hay tardes en las que las contradicciones se apoderan del espectador y los sentimientos y pasiones se arremolinan en turbamultas que en algunos casos alcanzan el éxtasis y en otros la vulgaridad.
Ayer el éxtasis lo puso de nuevo Pablo Hermoso de Mendoza con su primero, en una de sus mejores actuaciones en la Ribera, extraordinario con Chenel clavando al quiebro, templando la embestida del de los Espartales a dos pistas y rematando por los adentros con ese recorte tan característico. Con Ícaro volvió a interpretar el toreo puro ofreciendo los pechos del caballo y clavando prácticamente de frente. Soberbio el estellés. Clavó las cortas con Pirata y cuando la faena rozaba la excelencia y los tendidos preparaban los pañuelos, un rejón caído y un vómito de sangre enfriaron los tendidos hasta tal punto que ni siquiera hubo una ovación para el mejor caballero rejoneador que posiblemente haya dado la historia. Su segundo tenía menos transmisión, Pablo clavó con pulcritud con Saramago, Manolete, Dalí y Pirata pero el toro no seguía las monturas y se desentendía de la suerte tras las batidas, esta vez el rejón cayó trasero y contrario, hubo petición, no suficiente y de nuevo la contradicción se apoderó de la Ribera ya que después del arrastre el navarro volvió a ser silenciado.
El primero de lidia ordinaria le correspondió al francés Castella, el toro blandeó de salida, empujó en el primer encuentro y recibió un picotazo en el segundo. Banderilleó con soltura Javier Ambel. El toro parecía más claro por el pitón izquierdo, pero el francés no llegó a acoplarse en ningún momento a la embestida del de El Pilar que se encontraba más cómodo embistiendo por abajo. Por el derecho se quedaba más corto. Otra contradicción se produjo en las postrimerías de esta faena. El público logroñés pedía música para Sebastián a la vez que pitaba al torero por su nulo compromiso. En su segundo si demostró Castella algo más de compromiso, quizás se acordó que tiene otro compromiso en La Ribera el próximo viernes, el toro con el hierro de Moisés Fraile humillaba en la muleta pero no se entregaba y al segundo muletazo tiraba un pequeño y molesto derrote que incomodaba su lidia. Fue una faena larga sin demasiado lucimiento y en la que los muletazos siempre acababan por arriba. La estocada cayó contraria pero fue efectiva, tuvo petición yo diría que mayoritaria y la presidencia concedió una oreja. Lo que yo no entendí es que parte del público protestase la concesión. Para mí la faena no fue de oreja, pero si hubo petición no se debería de protestar ni al palco ni al torero.
Leandro se vio superado en todo momento por sus dos oponentes su primero algo incierto en los primeros tercios, embistió con nobleza la muleta de Leandro aunque había que llevarlo siempre muy embarcado ya que cuando no veía muleta salía un poco desentendido de la suerte. A Leandro le faltó hondura y gobierno en esta faena. Su segundo fue un toro alto de agujas y feo de hechuras que embestía algo descoordinado en los primeros tercios de la lidia. El vallisoletano lo vio claro por el derecho y le dio distancia pero todo transcurría a gran velocidad y en vez de tirar de la embestida, Leandro cortaba el viaje a mitad de muletazo. Por el izquierdo no tenía el mismo recorrido, intentó calentar al público con molinetes y adornos pero al final los aceros no ayudaron.
Ayer el éxtasis lo puso de nuevo Pablo Hermoso de Mendoza con su primero, en una de sus mejores actuaciones en la Ribera, extraordinario con Chenel clavando al quiebro, templando la embestida del de los Espartales a dos pistas y rematando por los adentros con ese recorte tan característico. Con Ícaro volvió a interpretar el toreo puro ofreciendo los pechos del caballo y clavando prácticamente de frente. Soberbio el estellés. Clavó las cortas con Pirata y cuando la faena rozaba la excelencia y los tendidos preparaban los pañuelos, un rejón caído y un vómito de sangre enfriaron los tendidos hasta tal punto que ni siquiera hubo una ovación para el mejor caballero rejoneador que posiblemente haya dado la historia. Su segundo tenía menos transmisión, Pablo clavó con pulcritud con Saramago, Manolete, Dalí y Pirata pero el toro no seguía las monturas y se desentendía de la suerte tras las batidas, esta vez el rejón cayó trasero y contrario, hubo petición, no suficiente y de nuevo la contradicción se apoderó de la Ribera ya que después del arrastre el navarro volvió a ser silenciado.
El primero de lidia ordinaria le correspondió al francés Castella, el toro blandeó de salida, empujó en el primer encuentro y recibió un picotazo en el segundo. Banderilleó con soltura Javier Ambel. El toro parecía más claro por el pitón izquierdo, pero el francés no llegó a acoplarse en ningún momento a la embestida del de El Pilar que se encontraba más cómodo embistiendo por abajo. Por el derecho se quedaba más corto. Otra contradicción se produjo en las postrimerías de esta faena. El público logroñés pedía música para Sebastián a la vez que pitaba al torero por su nulo compromiso. En su segundo si demostró Castella algo más de compromiso, quizás se acordó que tiene otro compromiso en La Ribera el próximo viernes, el toro con el hierro de Moisés Fraile humillaba en la muleta pero no se entregaba y al segundo muletazo tiraba un pequeño y molesto derrote que incomodaba su lidia. Fue una faena larga sin demasiado lucimiento y en la que los muletazos siempre acababan por arriba. La estocada cayó contraria pero fue efectiva, tuvo petición yo diría que mayoritaria y la presidencia concedió una oreja. Lo que yo no entendí es que parte del público protestase la concesión. Para mí la faena no fue de oreja, pero si hubo petición no se debería de protestar ni al palco ni al torero.
Leandro se vio superado en todo momento por sus dos oponentes su primero algo incierto en los primeros tercios, embistió con nobleza la muleta de Leandro aunque había que llevarlo siempre muy embarcado ya que cuando no veía muleta salía un poco desentendido de la suerte. A Leandro le faltó hondura y gobierno en esta faena. Su segundo fue un toro alto de agujas y feo de hechuras que embestía algo descoordinado en los primeros tercios de la lidia. El vallisoletano lo vio claro por el derecho y le dio distancia pero todo transcurría a gran velocidad y en vez de tirar de la embestida, Leandro cortaba el viaje a mitad de muletazo. Por el izquierdo no tenía el mismo recorrido, intentó calentar al público con molinetes y adornos pero al final los aceros no ayudaron.
CONTRADICCIÓN FINAL: varios toros aprovechables y dos toreros que los desaprovecharon.
Logroño 3ª de feria. Algo más de media plaza.
2 toros despuntados de los Espartales 1º colaborador 2º soso para rejones, tres de el Pilar, nobles y manejables y uno 5º de Moisés Fraile, complicado.
Pablo Hermoso de Mendoza: silencio en ambos.
Sebastián Castella: silencio y Oreja protestada.
Leandro: silencio y silencio tras aviso.
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