jueves, 30 de agosto de 2012

DIEGO URDIALES, "EL MÁS GRANDE" con permiso de MARCIAL

"Por tí voy a los toros
por tí tengo afición,
Marcial, si tú te retiras
perderá la fiesta toda su emoción".

Así recuerdo que cantaba mi abuelo una de las estrofas del pasodoble "Marcial, eres el más grande" que compusieron José María Domingo y su esposa Josefina Porras y que dedicaron al maestro madrileño Marcial Lalanda.

Mentiría si dijese que por Diego Urdiales voy a los toros porque he ido a los toros antes de Urdiales y seguiré acudiendo después de Urdiales y también faltaría a la verdad si afirmase que por Diego Urdiales tengo afición porque mi afición a esta locura se data mucho antes de que el torero de Arnedo se enfundase su primer vestido de torear, pero lo que sí tengo claro es que cuando Diego Urdiales se retire, para mí, perderá la fiesta toda su emoción, porque lo vivido el domingo sobre el ruedo de Vista Alegre supone para este humilde servidor, lo más grande que haya podido vivir dentro de una plaza de toros; verdad, pureza, torería, arte, gusto, valor, entrega, templanza, sinceridad, compromiso, despaciosidad, conocimiento, pasión, independencia, rectitud, profesionalidad, compañerismo, fidelidad, transparencia.... saber y sabor torero.

Muchos son los adjetivos que han adornado crónicas, artículos, comentarios sobre la décima vez que Diego Urdiales se vestía de luces esta temporada en suelo español, diez tardes únicamente, quizás los aficionados no nos merezcamos más, diez procesiones, diez ceremonias sagradas del toreo o simplemente diez mandamientos que confluyen en uno mismo DIEGO URDIALES ERES EL MÁS GRANDE, con permiso de Marcial.


sábado, 25 de agosto de 2012

O LLEVARÁS LUTO POR MÍ

Por suerte o por desgracia  hoy en día ya no es necesario jugarse la vida para conseguir comprarse un piso, simplemente hipotecas tu futuro, el que lo tenga claro está y firmas un contrato como el que firmarías con la muerte, si un día se te presentase, pero con muchas más clausuras y condiciones que las que te impondría la dama de la noche eterna. Yo, visto lo visto,  hubiese preferido porfiar mi existencia ante cualquier "Juan Pedro", astifino y geniudo y prometer luto eterno en caso de derrota a vivir acobardado al hilo del pitón esquivando desahucios  fraticidas y euribors que se te cuelan sin atender a la telas ni engaños hasta las mismísimas entrañas.

Desconozco si ayer en Bilbao Saúl Jiménez Fortes le prometió a su hermana que le compraría un piso a orillas del Cantábrico, o tendría que  llevar luto por él, como hizo Manuel Benitez "El Cordobés" con la suya. Quizá la hermana del torero malagueño ya tenga uno a orillas del mediterráneo desde donde cierre los ojos cada vez que su hermano se empeña en atropellar la razón y demostrar que a los toros no se va a divertirse sino a emocionarse y que las tragedias habitan fuera de la plaza y no dentro.

Saúl Jiménez Fortes hace apenas un año sólo tenía un vestido de torear azul y oro con el que toreó en Arnedo y en Madrid por San Isidro como novillero, hoy Saúl ya es matador de toros y a buen seguro que en su baúl viajan con él más de un terno a los que se les presenta tan mal futuro como al nazareno y oro con el que ayer volvía a Bilbao tras su doctorado. Los costurones de la seda se zurcirán y los de las carnes abiertas a la altura de la ingle por su primero, cicatrizarán antes de lo que a alguno le tarda en curar un esguince, pero los costurones del alma... ésos, cuesta dios y ayuda repararlos y Saul lo sabía antes y después de la cornada, antes y después de pasar por la enfermería, antes y después de ser vapuleado por su segundo, antes y después de que Bilbao le pidiese por compasión que matara a ése Juan Pedro tan vacío de arte y tan lleno de brusquedad, antes y después de saber que se podía ir de Bilbao llevando luto por él mismo y sin el honor de haber transmitido a los tendidos el miedo y el pavor que supone enfrentarse sobre cualquier ruedo del mundo a un toro de lidia y llevar como único vestido la desnuda honradez de un hombre con cara de niño capaz de hipotecar su futuro por el sueño de ser torero.

jueves, 16 de agosto de 2012

DAX: YO ESTUVE EN UNA PLAZA LLENA

Ayer estuve en Dax, siempre nos quedará Dax, o por lo menos siempre nos quedará el consuelo de saber que existen lugares donde la fiesta de los toros, y digo la fiesta que no la lidia, es comprendida y respetada como lo que es, una eclosión de sentimientos, de pasiones y de ritos que se van transmitiendo de padres a hijos y de generación en generación  hasta conseguir unos cimientos lo suficientemente sólidos como para hacer que su fiesta gire en torno a la figura totémica de un toro de lidia y su toreador.

Ayer volví a sentir esa delirante sensación de saberme partícipe de un acto de fe, de un espectáculo único y grandioso adornado únicamente del valor y la torería de tres hombres vestidos de luces, tres toreros paganos cuyos nombres no retumban en los tímpanos de las muchedumbres, ni pasean sus decoros por platós televisivos, ni son portada de revistas de cuché. Tres toreros cuyas tauromaquias quizás no vayan a ser editadas en grandes volúmenes, ni sus biografías ocupen los primeros puestos en las listas de ventas pero cuya torería dentro y fuera de la plaza debería ser objeto de culto por quienes nos consideramos aficionados al toreo. Diego Urdiales, Sergio Aguilar y Juan del  Álamo compartieron cartel en Dax, compartieron un "no hay billetes", similar al que se coloca cuando torea José Tomás pero en francés. Urdiales y Aguilar compartieron también un gusto especial y ya en desuso de ser fieles a sí mismo y no doblegarse ante el sistema que demanda día tras día la ligazón, sea como sea, igual da el resultado final del muletazo, el caso es dárselo de cualquier manera y evitar a toda costa que el toro se pare, rematando la serie con uno, dos e incluso tres pases de pecho para salir así de la cara como si hubieses inventado la tauromaquia. Urdiales y Aguilar apenas gesticulan, apenas rectifican sus pies hasta que el muletazo alcanza el final de sus caderas, paran, templan, mandan y cargan la suerte, de alante a atrás y de arriba a abajo, siempre y cuando el toro lo permita, ésos son sus recursos y sus técnicas y esas deberían ser también las del salmantino Juan del Álamo que ayer en su cuarta corrida como matador de toros demostró que tiene gusto y valor y que el tiempo  y las circunstancias lo pondrá a un lado o a otro de los elegidos, los elegidos para gustar o los elegidos para emocionar.