sábado, 9 de febrero de 2013

ÁLVARO ACEVEDO; QUÉ PLACER Y QUÉ PENA

Álvaro Acevedo debutaba ayer en el ciclo de conferencias del Club Taurino de Alfaro su exposición apocalíptica no tuvo desperdicio, fue un placer, aunque parezca una contradicción, escuchar a través de sus palabras precisas e intencionadas, el lamentable estado en el que se encuentra la "Fiesta". No entraré en detalles ni arruinaré titulares de prensa, pero es penoso que una opinión tan certera como la de Álvaro Acevedo no tenga cabida en ninguna cabecera taurina nacional, exceptuando Cuadernos de Tauromaquia, una joya literaria que autoedita con el sudor de su frente, el ingenio de su despejada cabeza, el gusto por las formas y poco más, y que como los encastes minoritarios tiende a su desaparición a no ser que románticos como Álvaro sigan apostando por su continuidad, porque hoy en día la gente busca la reseña rápida, la crónica exprés, el resultado final en un tweet de 140 caracteres y nos importan cada vez menos las opiniones, razonamientos, conceptos o historias personales. Cuadernos de Tauromaquia no denuncia injusticias, pero sus lectores son capaces de adivinarlas entre sus páginas, no hace apología de ningún torero, pero a todos nos queda claro quién es merecedor de ocupar su portada y por qué, no desecha ganaderías por su encaste ni su procedencia, pero queda claro en sus reportajes que la principal cualidad de un toro es su bravura.

Sin apenas ingresos por publicidad y prácticamente deficitaria, más de uno, toreros incluidos, se preguntan por qué Álvaro Acebedo no la cierra y se olvida de quebraderos de cabeza y sufrimientos. Yo puedo adivinar sus motivos: Álvaro Acevedo cree en Cuadernos de Tauromaquia y la edita, ya no para disfrute de todos los muchos o pocos que la compramos, sino para gozo personal, porque tiene que ser un auténtico  "masaje erótico" el tener en sus manos el primer ejemplar que sale calentito de  imprenta y contemplar que lo que tienes entre manos es el trabajo que tú querías hacer, que las entrevistas son las que a ti te gustaría leer, que las fotos son las que a ti te gustaría contemplar, que las opiniones son las que tú has querido plasmar y todo ello desde la libertad que te da tu independencia, el no deberte más que a tí mismo, como muy pocos lo pueden hacer, el escribir con la cintura y con las manos flojas, como dices que torea Diego Urdiales, el opinar sin miedo a represalias que al fin y al cabo es como el arte con valor que nadie ve en Morante, el dignificar tu profesión como hace José Tomás.

Fue un placer escuchar a Álvaro Acevedo ayer en Alfaro y compartir de nuevo mesa y mantel con mis amigos alfareños, pero a la vez fue una pena tener que digerir que los que de verdad sustentan los hilos de la tauromaquia, los que se están cargando poco a poco el invento, son los que están expoliando nuestro patrimonio material. QUÉ PLACER Y QUÉ PENA.

Foto dcha: Portada del último nº de Cuadernos de Tauromaquia con el Premio Nóbel  Mario Vargas LLosa.

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