domingo, 8 de junio de 2008

MAYO, EL MES DE LAS FLORES Y DE LOS TOREROS


Emoción, alegría, sorpresa, admiración, ilusión, esperanza, unanimidad, todas esas flores eran las que uno percibía desde el tendido bajo del 6 mientras que Diego Urdiales daba una triunfal vuelta al ruedo tras arrancarle una oreja a Dormidito, toro negro de la ganadería de Dña. Carmen Segovia herrado con el número 13 en la paletilla y muerto a espada por el diestro Riojano un martes 13 de mayo, día de San Pedro Regalado, Patrón de los toreros, en la plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo. Y le arrancó la oreja, porque hay orejas que se dan, orejas que se cortan y orejas que se arrancan, y Diego le arrancó la oreja con el corazón, con el único argumento de su muleta su espada y su torería. La muleta adelantada, dibujando el redondo con los pies asentados en la arena, daba igual que la espada en su primero no estubiese afilada y le impidiese arrancar otra con los mismos argumentos, porque a Dormidito lo mataron las ganas de ser torero, porque para ser torero no basta con saber torear, además hay que demostrarlo y tras dos temporadas sin contratos le llegó la ocasión en un festival en Alfaro donde tras triunfar lo anunciaron en la feria con una corrida de Baltasar Iban a la que cortó tres orejas y un rabo, otro festival en Autol y la corrida de Cebada Gago en la Feria de Logroño a la que cortó una oreja que le permitió coger una sustitución para matar la de Victorino en la misma feria y toparse con Molinito, toro desbordante que emocionó al público de Logroño, pidiendo el indulto que la presidencia otorgó, y todo ello sin ni siquiera tener apoderado, toreando a la soledad en la plaza de Arnedo, sintiendo el traje de luces a escondidas o robando eternos muletazos a vacas ya tentadas bajo la lluvia y el frío del invierno en Jaen. El toreo es valor, pero no solo para enfrentarse al toro sino también a su ausencia, cómo sentirse torero sin ese miedo a tu lado noche y día, cómo coger un capote sin saber cuando llegará tu tarde, cómo imaginar un toro que no existe en el horizonte si solo ves portones cerrados en todas las plazas, teléfonos que comunican y promesas incumplidas con el pase del desdén.

El horizonte ya pinta celeste y oro. Los teléfonos ya suenan y las promesas incumplidas se cumplen como pases de pecho de pitón a rabo. Los toros que no existían en el horizonte, pastan en las dehesas de Iberia esperando a que llegue el día de encontrarse con tu muleta y tu espada, esas que dibujaban naturales al aire y estocadas al olvido y que ahora duermen hasta la hora de vestirte de luces y hacer el paseillo en una plaza con nombre y abrir la puerta grande después de triunfar como lo hacen los toreros machos. Suerte torero.

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