jueves, 17 de noviembre de 2011

LA SOLEDAD DE JOSÉ TOMÁS Y SERAFÍN MARÍN

Queda poco más de un mes para que llegue el 2012. Unos toreros cambian de apoderado, algún apoderado cambia de torero. Hay un importantísimo pliego congelado hasta después del 20N y un montón de empresarios ávidos de "perder dinero" se pelean a cara perro por ser los empresarios de la plaza más importante del mundo. Los ganaderos siguen amoldando sus toros a los gustos de las figuras, es decir, toros que pasen de los primeros tercios, que no haga falta picarlos y que lleguen a la muleta con el motor suficiente como para que el diestro en cuestión disfrute. Las figuras del grupo de los elegidos negociando los derechos de imagen, sin tener en cuenta que todo derecho conlleva sus consiguientes obligaciones. Y Barcelona en su absoluto y triste ocaso.

Dónde se quedaron aquellas Senyeras anudadas al cuello de Juli, Manzanares y Morante el 24 de septiembre de 2011 cuando abandonaban en volandas la Monumental camino de las calles de Barcelona al grito de ¡toreros, toreros! , ¡Viva Cataluña taurina! o ¡Libertad, libertad! Si de verdad sentían aquel trozo de tela a franjas roji-gualdas, por qué no hicieron nada para impedir semejante carnaval antes de que sucediese lo irremediable. Barcelona se moría el 24 y 25 de septiembre porque un grupo de representantes del pueblo Catalán así lo había decidido, pero la Barcelona taurina llevaba tiempo fallecida. Nadie excepto José Tomás y Serafín Marín se molestó por poner barricadas a las puertas la Monumental y plantarse bajo el grito de ¡No pasarán! Cuando hace unos años se prohibió la entrada de menores a las plazas catalanas nadie protestó, nadie alzó su voz, nadie pensó en uña niñez sin toros. Qué hubiese sido de Julián López si de niño no hubiese podido entrar a un coso taurino o de Manzanares si no le hubiesen dejado ver torear a su padre o de Morante que con apenas 16 años ya era torero y como estos, la inmensa mayoría del escalafón. Nadie alzó la voz y el puente hacia la abolición comenzaba a tener sus primeros cimientos. Más tarde la alcaldía declararía a Barcelona ciudad antitaurina, pero seguían sin salirles al paso los que ahora reclaman sus derechos de imagen. Qué suponía en aquel entonces la Monumental para ellos. Yo se lo diré, absolutamente nada. Nadie excepto José Tomás y Serafín Marín parecían ser conscientes de lo que se avecinaba, ni tan siquiera en diciembre de 2010 cuando se debatió en el Parlament si se debía debatir sobre la prohibición allí estaba el pobre Serafín llorando desconsolado sin ningún compañero de profesión que le acompañase en aquel infierno por el que estaba pasando. Me preocupa y mucho la actitud de los toreros, ha pasado mes y medio desde la última corrida en Barcelona y ninguno de ellos se ha preocupado de la situación en la queda esa plaza, como si lo único que se pudiese hacer por ella era salir a hombros Senyera en mano. Me preocupa la desidia de las figuras y del conjunto de profesionales taurinos respecto a Barcelona y no porque sea Barcelona, me preocupa porque si mañana lo que ha ocurrido en Barcelona ocurriese en cualquier otra plaza, la actitud que tomarían sería la misma o parecida, mientras tanto los aficionados han vuelto a dar otra lección moral echándose a las calles y recogiendo firmas para una ILP a favor de los toros. Los clientes salvando el negocio, dónde se ha visto algo similar.

Queda mes y medio para que la ley de prohibición de los toros en Barcelona entre en vigor y ningún torero va a protagonizar una huelga de hambre en la Puerta Grande de la Monumental, ni se va a encadenar a las puertas de la Generalitat, ni va a acampar en la plaza de Catalunya como los indignados del 15M y nadie lo va a hacer sencillamente porque nadie está indignado, salvo José Tomás y Serafín Marín. A serafín no le hace falta anudarse banderas porque él la lleva enroscada al corazón, Catalunya es su patria y José Tomás es a Barcelona lo que Curro Romero a Sevilla o Antoñete a Madrid, su torero fetiche, su máxima expresión.

Quedan resursos, sí, pero a largo plazo. No tengo la menor duda de que si el Tribunal Constitucional resuelve a favor, los toros se podrían recuperar en Barcelona, pero quizá para ello se tendría que empezar de cero y ofrecer un espectáculo íntegro, un espectáculo con identidad propia como los que se ofrecen a pocos kilómetros de la frontera con Francia, en Vic-Fezensac o Ceret por ejemplo, sólo así veo viable un espectáculo que llevaba mucho tiempo herido de muerte y que no ha hecho falta demasiado esfuerzo para apuntillarlo, tan solo cuatro molestos tocapelotas frente a la Monumental y un grupo de enbaucadores de conciencias con una promesa de votos bajo el brazo, mientras que el mundo del toro, excepto José Tomás y Serafín Marín, miraban con descaro hacia otro lado.

1 comentario:

  1. Un gran artículo, tienes toda la razón. Esto es una vergüenza, donde se ha visto los clientes salvando el negocio. Un saludo.

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