viernes, 18 de noviembre de 2011

DIEGO URDIALES SIGUE SIENDO FELIZ


En estos momentos la frase "Diego Urdiales sigue siendo feliz" podría resultar algo obvio ya que de todos es sabido que a Diego Urdiales se le presenta un nuevo y esperanzador futuro taurino. Esta semana se confirmó que Santiago López será su próximo apoderado, y eso quieras o no es una garantía de seriedad y una llave para entrar en ferias en las que debería haber estado anunciado e incomprensiblemente se le cerraban a cal y canto. Que nadie piense que a Urdiales le espera un camino de rosas, ni mucho menos, lo que a Urdiales le espera es una temporada con contratos, contratos en los que poder demostrar el toreo transparente que encierra su alma torera. Diego ya no tendrá que seguir entrenando cada mañana de cada día para estar preparado por si le llaman de Castellón, Valencia o Sevilla, ahora Diego entrenará cada mañana y cada día pensando en Castellón ,Valencia y Sevilla, entrenará sabiendo que su nombre estará anunciado en los carteles de dichas ferias y entrenará convencido de que en cada tarde tendrá que dar lo mejor de sí mismo y que a la siguiente deberá dar lo mismo y un poquito más y entrenará seguro de que Madrid volverá a marcar su temporada, para bien o para mal, porque Madrid es Madrid y Diego ni los que le rodean, no conciben su carrera sin un triunfo gordo en Las Ventas, sin una salida en hombros por la Puerta de Madrid hacia la calle de Alcalá, pero este año Diego llegará a San Isidro con un temporada no hecha, pero si hilvanada y no como en años anteriores con varios compromisos a la vista pendientes de confirmar y con las ferias del Norte en el horizonte lejano, Diego hará el paseíllo en Madrid habiéndose vestido de luces por lo menos media docena de tardes, habiendo experimentado ya la sensación de pasarse al de los rizos por sus femorales gobernando su embestida, y no debutando en Las Ventas como en temporadas pasadas, seguro de sí mismo pero con la inseguridad que puede dar el no haber sentido la seda del vestido de torear en prácticamente ocho meses.

Diego Urdiales sigue siendo feliz y eso a los que le conocemos, también nos llena de felicidad y no por el mero hecho de que sea feliz en estos momentos, sino porque la frase en si conlleva el que también lo era antes, cuando en vez de temporadas tenía compromisos, cuando en vez de compromisos tenía promesas y cuando en vez de promesas tenía desamparo y soledad. Por eso admiro tanto la figura de Diego Urdiales porque ahora es feliz pero antes también lo era, porque cuando uno cree en sí mismo como Diego ha creído en su persona y pelea para conseguir sus objetivos con la convicción y la mentalidad con que lo ha hecho Diego Urdiales, no se puede ser otra cosa en esta vida que un hombre feliz.

jueves, 17 de noviembre de 2011

LA SOLEDAD DE JOSÉ TOMÁS Y SERAFÍN MARÍN

Queda poco más de un mes para que llegue el 2012. Unos toreros cambian de apoderado, algún apoderado cambia de torero. Hay un importantísimo pliego congelado hasta después del 20N y un montón de empresarios ávidos de "perder dinero" se pelean a cara perro por ser los empresarios de la plaza más importante del mundo. Los ganaderos siguen amoldando sus toros a los gustos de las figuras, es decir, toros que pasen de los primeros tercios, que no haga falta picarlos y que lleguen a la muleta con el motor suficiente como para que el diestro en cuestión disfrute. Las figuras del grupo de los elegidos negociando los derechos de imagen, sin tener en cuenta que todo derecho conlleva sus consiguientes obligaciones. Y Barcelona en su absoluto y triste ocaso.

Dónde se quedaron aquellas Senyeras anudadas al cuello de Juli, Manzanares y Morante el 24 de septiembre de 2011 cuando abandonaban en volandas la Monumental camino de las calles de Barcelona al grito de ¡toreros, toreros! , ¡Viva Cataluña taurina! o ¡Libertad, libertad! Si de verdad sentían aquel trozo de tela a franjas roji-gualdas, por qué no hicieron nada para impedir semejante carnaval antes de que sucediese lo irremediable. Barcelona se moría el 24 y 25 de septiembre porque un grupo de representantes del pueblo Catalán así lo había decidido, pero la Barcelona taurina llevaba tiempo fallecida. Nadie excepto José Tomás y Serafín Marín se molestó por poner barricadas a las puertas la Monumental y plantarse bajo el grito de ¡No pasarán! Cuando hace unos años se prohibió la entrada de menores a las plazas catalanas nadie protestó, nadie alzó su voz, nadie pensó en uña niñez sin toros. Qué hubiese sido de Julián López si de niño no hubiese podido entrar a un coso taurino o de Manzanares si no le hubiesen dejado ver torear a su padre o de Morante que con apenas 16 años ya era torero y como estos, la inmensa mayoría del escalafón. Nadie alzó la voz y el puente hacia la abolición comenzaba a tener sus primeros cimientos. Más tarde la alcaldía declararía a Barcelona ciudad antitaurina, pero seguían sin salirles al paso los que ahora reclaman sus derechos de imagen. Qué suponía en aquel entonces la Monumental para ellos. Yo se lo diré, absolutamente nada. Nadie excepto José Tomás y Serafín Marín parecían ser conscientes de lo que se avecinaba, ni tan siquiera en diciembre de 2010 cuando se debatió en el Parlament si se debía debatir sobre la prohibición allí estaba el pobre Serafín llorando desconsolado sin ningún compañero de profesión que le acompañase en aquel infierno por el que estaba pasando. Me preocupa y mucho la actitud de los toreros, ha pasado mes y medio desde la última corrida en Barcelona y ninguno de ellos se ha preocupado de la situación en la queda esa plaza, como si lo único que se pudiese hacer por ella era salir a hombros Senyera en mano. Me preocupa la desidia de las figuras y del conjunto de profesionales taurinos respecto a Barcelona y no porque sea Barcelona, me preocupa porque si mañana lo que ha ocurrido en Barcelona ocurriese en cualquier otra plaza, la actitud que tomarían sería la misma o parecida, mientras tanto los aficionados han vuelto a dar otra lección moral echándose a las calles y recogiendo firmas para una ILP a favor de los toros. Los clientes salvando el negocio, dónde se ha visto algo similar.

Queda mes y medio para que la ley de prohibición de los toros en Barcelona entre en vigor y ningún torero va a protagonizar una huelga de hambre en la Puerta Grande de la Monumental, ni se va a encadenar a las puertas de la Generalitat, ni va a acampar en la plaza de Catalunya como los indignados del 15M y nadie lo va a hacer sencillamente porque nadie está indignado, salvo José Tomás y Serafín Marín. A serafín no le hace falta anudarse banderas porque él la lleva enroscada al corazón, Catalunya es su patria y José Tomás es a Barcelona lo que Curro Romero a Sevilla o Antoñete a Madrid, su torero fetiche, su máxima expresión.

Quedan resursos, sí, pero a largo plazo. No tengo la menor duda de que si el Tribunal Constitucional resuelve a favor, los toros se podrían recuperar en Barcelona, pero quizá para ello se tendría que empezar de cero y ofrecer un espectáculo íntegro, un espectáculo con identidad propia como los que se ofrecen a pocos kilómetros de la frontera con Francia, en Vic-Fezensac o Ceret por ejemplo, sólo así veo viable un espectáculo que llevaba mucho tiempo herido de muerte y que no ha hecho falta demasiado esfuerzo para apuntillarlo, tan solo cuatro molestos tocapelotas frente a la Monumental y un grupo de enbaucadores de conciencias con una promesa de votos bajo el brazo, mientras que el mundo del toro, excepto José Tomás y Serafín Marín, miraban con descaro hacia otro lado.

lunes, 7 de noviembre de 2011

SI YO FUERA EMPRESARIO TAURINO


Se dice que cada español alberga en su interior, un seleccionador nacional de fútbol, un presidente del Gobierno y esto lo añado yo, un empresario taurino. ¿Quién no se ha puesto a configurar más de una vez los carteles de la feria de su pueblo elucubrando combinaciones de toros y toreros? Seguro que la mayoría de los que nos consideramos aficionados lo habremos hecho en alguna ocasión. Pero con toda probabilidad los que nos hemos dedicado a imaginarnos empresarios taurinos no hemos traspasado ésa línea imaginaria que va más allá de la confección de unos carteles.

El ser empresario taurino, no sólo consiste en elaborar unos carteles formados por una serie de toreros y una serie de ganaderías, el ser empresario taurino, conlleva como todo en esta vida una serie de obligaciones morales y contractuales.

Si la plaza es de tu propiedad y las administraciones públicas te dan los permisos pertinentes para la realización de los festejos, la única obligación que tienes a parte de la moral, es cumplir con los contratos y ofrecer el espectáculo conforme al reglamento.

Si la plaza es propiedad del pueblo o ciudad, es decir de su Ayuntamiento o Comunidad Autónoma, la cosa cambia y el empresario taurino deberá ajustarse a un pliego de condiciones de obligado cumplimiento para la empresa a la que se adjudique la explotación de la plaza. Estos pliegos suelen versar sobre el número de festejos, las fechas en las que se celebren, la categoría de los diestros actuantes, la cuantía de la subvención, si la hubiese, por parte de la administración al empresario, o el canon, en el caso de que fuese el empresario quien tuviera que pagar por hacerse con la gestión de la plaza.

A partir del momento en el que el empresario taurino es gestor de la plaza en cuestión, empieza a hilvanar los carteles, reseña los animales, contacta con apoderados, cierra fechas, te pongo al tuyo aquí y tú me pones al mío allí, habla con los veedores, haced lo que queráis, pero que venga la figura. Y cuando tiene todo atado y bien atado, presenta los carteles en el pueblo o ciudad donde se van a celebrar los festejos. Habitualmente ése día el empresario taurino suele ir acompañado del concejal de festejos o incluso del alcalde de la localidad. Suele ser así por dar imagen del consistorio y para que no se pierda el susodicho empresario ya que por lo general es la primera o segunda vez que pisa el pueblo en todo el año.

Una vez presentados los carteles, llega el turno de los permisos, que se solicitan a las administraciones públicas. Junto a la solicitud presentada por el señor empresario han de costar: el certificado del arquitecto en el que conste que la plaza reúne las condiciones de seguridad para celebrarse el espectáculo, el certificado del jefe del equipo médico-quirúrgico constatando que la enfermería se encuentra dotada del equipamiento adecuado para solventar cualquier percance y certificación veterinaria de que los corrales y chiqueros se encuentran en las condiciones de higiene óptimas para el enchiqueramiento de reses. Todos estos certificados se obtienen previo pago de las tasas fijadas por los diferentes “gremios”. También se deben presentar las copias de los contratos de los matadores y su registro en la Seguridad Social, el contrato de compra-venta de las reses, certificaciones del libro Genealógico de la raza bovina de las reses que se van a lidiar incluyendo los sobreros, el contrato de la cuadra de caballos, si el festejo es picado y la póliza del seguro de responsabilidad civil que cubra cualquier incidente que se pueda ocasionar en el recinto. Toda esta documentación está obligado a presentar el empresario para recibir el permiso por parte de la administración pertinente para celebrar el festejo en cuestión.

Una vez que la empresa cuenta con el permiso, llega el momento de publicitar el espectáculo para que la gente se de por enterada y acuda al mismo. Normalmente las plazas cuentan con un número de asistentes fijos que acuden a los festejos anuncies a quién anuncies, a este tipo de personas se les llama abonados, pero en la actualidad es una especie en extinción gracias a los abusos de las empresas.

Llega el día del festejo, por lo general el día grande de las fiestas patronales. Si todo ha transcurrido sin problemas las reses anunciadas se encontrarán en los corrales de la plaza esperando el sorteo y enchiqueramiento. Los matadores estarán, a no ser que hayan causado baja por percance o por poca vergüenza, descansando en el hotel. Los aficionados ansiosos por que llegue la hora de inicio y el empresario impaciente, entra y sale de las taquillas, mira al cielo, no se sabe si implora para que llueva a cántaros y se suspenda, o para que apriete la canícula y se cumpla lo de sol y moscas. Los apoderados llamando al despacho de la empresa para exigir los emolumentos de sus poderdantes, a lo cual la empresa habitualmente les invita a pasarse después del festejo a ver cómo ha ido la cosa. Es curioso el asunto porque los profesionales taurinos, toreros, banderilleros o picadores que tras hacer el paseíllo se van a jugar la vida ante el toro, son prácticamente los únicos a los que no se les ha satisfecho su contrato, mientras que arquitectos, médicos, veterinarios, etc, ya han sido liquidados previamente. En las plazas serias donde habita el empresario serio, los contratos se hacen efectivos por la mañana pero si el empresario desciende de la familia de los trileros, vaya usted a saber cuándo se puede llegar a cobrar. No te preocupes que ya te...... Qué falta de moral, por no decir otra cosa.

Así que yo creo que si fuera empresario taurino, y viendo todo el trabajo que ocasiona dicha responsabilidad, haría unos carteles atractivos, con unos toros encastados, íntegros y con el trapío conforme a la categoría de mi plaza. Contrataría a toreros del agrado de los aficionados. Trataría de involucrar en la feria a todo el pueblo, haciendo que los toros sean una costumbre arraigada como ha sido a lo largo de la historia. Abriría el recinto taurino al uso público de cuantas personas quieran, promoviendo exposiciones de arte, talleres, adecentando locales para el disfrute de asociaciones culturales y taurinas del pueblo o ciudad. Si yo fuera empresario taurino ofrecería entradas para los menores a bajo precio, no es lógico que un niño de doce años tenga que pagar 50euros por presenciar una corrida de toros junto a su padre. Si yo fuera empresario taurino trataría de atraer hacia mi plaza al mayor número de espectadores con campañas publicitarias y con lo más importante, el boca a boca, ofreciendo calidad y diversión. Si yo fuera empresario taurino, pagaría a todo el mundo a las doce de la mañana y no dejaría deudas atrasadas para años venideros. Y lo más importante del mundo, si yo fuera empresario taurino nunca perdería la llave de la puerta de toriles.