sábado, 12 de marzo de 2011

"SOBREMUSAS" EN ALFARO

Al calor del invierno, surgen faenas ocultas tras las tapias de los tentaderos, faenas que no por ser de campo dejan de tener el valor y la importacia que pudieran tener en la primera plaza del mundo, surgen movimientos en los despachos, negociaciones, contrataciones, bailes de carteles, ausencias, en definitiva, empiezan a bullir los entresijos de una nueva temporada.

Al calor del invierno, surgen libros como Santísima Trinidad, flamenco, toros y vino, escrito por Pablo García Mancha y prologado por Carlos Abella. Santísima Trinidad, es un libro que con el paso del tiempo, va cambiando de compás, de torería, de sabor y va adquiriendo su propia personalidad, desde su presentación en Bodegas Ontañón en el mes de diciembre hasta ayer en Alfaro, ha sido degustado por diferentes paladares como los de Arles y Madrid, dejando ese poso y ese regusto que dejan en el alma los buenos vinos, los buenos toreros o los buenos cantaores y tocaores.

Al calor del invierno surgen también encuentros entre aficionados, apasionados, amigos, encuentros que, en mi caso, generalmente confluyen en un dogma de fe común, el Urdialismo en vena, ese droga que nos atrapa desde el saludo inicial y que nos mantiene embebidos en los vuelos de su palabra y de su sentido de la vida hasta la despedida final por abrazos. Ayer compartió musas con Carlos Abella en otra velada mágica, otra "sobremusa" taurina, con la gente de la Asociación Taurina El Toril, en la que nos volvimos a sumergir en los efluvios de dos ilusionistas, de dos prestidigitadores de conciencias, capaces de hacernos creer en lo imposible y además hacer de lo imposible realidad a través de su humanidad , su trabajo y su sacrificio. Así son Carlos Abella y Diego Urdiales, los hombres que apenas dejaron hablar a Pablo García Mancha, que ya es difícil.




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