jueves, 16 de septiembre de 2010

LAS FAENAS A URDIALES

Artículo publicado en el portal taurino Burladero.com por Daniel Hernanz

LA FAENA DE URDIALES

Hay faenas calladas, o secretas dicen, y otras que no deberían serlo y lo son. Las que, pese a aflorar en plazas de categoría y con un toro de ídem, se pierden por las orejas del compañero, por la mala espada, por públicos que sienten en sueco o simplemente por el día de la semana. Que encima hay que ser oportuno y evitar quedar enterrado entre los escombros de fechas tan taurinas como las de la Virgen de septiembre, con toros hasta debajo de las piedras.

La faena de Urdiales en Arles no cayó en domingo sino en viernes y fue víctima de todo un poco. El zarpazo del "consentido francés" Alberto Aguilar la empujó fuera del titular. Un golpe de descabello y el terremoto informativo de sábado y domingo, la sacaron de la circulación antes del lunes. Pero el vídeo, que tampoco es el algodón del anuncio, no engaña en este caso. Basta un minuto para advertir su categoría y no dejarla morir de hoy para mañana.

De Urdiales, en su día y por su orden, me llamaron la atención dos cosas: su aptitud para indultar aquel Victorino "de Logroño" desde la casi absoluta inactividad y la entidad de algunos de sus convencidos partidarios, nada sospechosos de ir por ahí despilfarrando adjetivos ni soplando nucas. Y aunque la faena de Arles no pasará a la Historia, porque fuera de ferias contadas es la estadística quien la escribe, queda al alcance de muy pocos. Por supuesto, "figuras" incluidas.

Puestos en cuarentena los toreros que necesitan un toro que se mueva, que no pare de menearse esperando que el guión lo ponga y lo sostenga el animal todo el tiempo, el de La Quinta que cuajó Diego valió poco. Ni se paró ni se movió. Una cosa difusa, molestita al principio, desentendida luego. Ese toro medio de Santa Coloma por el que nadie se parte la camisa. En frente, el arsenal técnico del riojano fue sobresaliente, tan exquisito y poco protagonista como imprescindible y bien traído. Impropio de un torero de duras al que habrán intentado endosar a menudo la venenosa etiqueta de "especialista". Su suerte, es la clase que lo salva y lo promociona. En Arles, en Bilbao con la corrida del Puerto que preparó en tres horas o en Madrid con aquellos toros de Carmen Segovia.

Lo de Arles fue caviar hasta el postre, donde sirvió el torero sabrosísimos molinetes, trascendiendo el recurso y el trallazo, mimando la forma de entrar y salir del toro, de contar la historia. Toreando, en definitiva. Pero me da que el de Arnedo no mea colonia, ni encadena rancios abolengos en su apellido ni luce esa media melenita que abre los carteles artistas. Su primera tarde en Logroño, con la corrida de El Pilar y colocado entre los dos toreros de Curro Vázquez, no debe entenderse como una concesión localista. Al contrario, parece un buen precedente.

Natural en tres tiempos de Diego Urdiales en Bilbao ante un Victorino captado por la cámara de Carmelo Bayo.

1 comentario:

  1. Yo también lo leí ayer (pero tú lo hubieses escrito mucho mejor, corresponsal, que eres un corresponal.

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